COLUMNA DE OPINIÓN
Un cuarto retiro: No me ayudes tanto que me dañas
El 1 de septiembre la Comisión de Constitución discutirá el cuarto retiro de fondos previsionales. Aun pagándose el IFE, algunos parlamentarios ofrecen nuevas ayudas financiadas con desahorro previsional. Si bien hay varios argumentos que parecieran sustentar la medida, todos son rebatibles y deberían inclinar la balanza hacia un amplio rechazo.
Según cifras oficiales, aún tenemos cerca de un millón de empleos por recuperar. A pesar de las diferencias por reconciliar entre los datos administrativos y las cifras del INE, todo parece apuntar hacia una recuperación importante del empleo formal, aunque el mayor desafío se presenta en el empleo informal y por cuenta propia en sectores muy específicos. En ese contexto, un nuevo retiro está lejos de ayudar a quienes más lo necesitan, mientras que el IFE extendido junto con el ILE están más alineados con la necesaria recuperación de este empleo. Por tanto, tendría mayor impacto aumentar temporalmente los recursos del ILE más que empujar nuevos retiros, ya que además podría ser una gran oportunidad para disminuir la informalidad laboral en nuestro país.
Existen dos visiones respecto a la lenta recuperación del empleo. Por un lado, están aquellos que señalan que aunque hay vacantes y necesidad de fuerza laboral, muchas personas se resisten a volver al trabajo dadas las ayudas fiscales, la disponibilidad de liquidez gracias a los retiros previsionales, además de temores sanitarios, del cuidado de los hijos, etc. Por otro lado, están quienes responsabilizan a los bajos salarios. No perdamos de vista que si bien ha aumentado el salario de reserva para un grupo importante de chilenos, no se trata de una situación permanente y está explicada por factores enteramente transitorios.
La ayuda fiscal sobre la línea, es decir, como respuesta a la pandemia, ubica a Chile con cerca de 15% del PIB. Esta ayuda está muy por sobre la entregada por países de similar nivel de ingreso, y es comparable a la ayuda entregada por un país con un PIB per capita de USD 45 mil dólares. Más tarde de lo aconsejable, pero de manera muy significativa, la respuesta desde las políticas públicas ha destacado a nivel internacional.
Los retiros previsionales, que han forzado la desinversión de activos por parte de las AFPs, son parte de la explicación del aumento en las tasas de interés. Según el Banco Central, desde octubre de 2019 las tasas de los créditos hipotecarios han aumentado cerca de 1%, lo que, para un crédito promedio de UF 5.000 a 20 años plazo, significa un alza de 10% en el dividendo mensual y un pago adicional en intereses de $17 millones en el plazo total del crédito. Esto es cuatro veces superior al monto máximo aprobado para retirar de los fondos previsionales ($4,5 millones de pesos). Chile tiene las tasas hipotecarias más bajas de Latinoamérica y es importante cuidar ese enorme activo que beneficia a la clase media chilena.
Por otro lado, los precios de bienes están teniendo una presión importante dada la concentración temporal de la ayuda fiscal y los retiros previsionales. No podemos olvidar que la inflación termina dañando de manera mucho más importante a las clases socioeconómicas más bajas. Cuando recordamos los “30 pesos” del estallido social de octubre 2019, sabemos muy bien que los bolsillos de las familias de clase media y baja tienen poca holgura para soportar alzas importantes de precios. La solución no pasa solo por dejar el control inflacionario al Banco Central, pues aquello solo generará mayor presión sobre las tasas de interés, afectando el costo de financiamiento de PYMES, que son justamente las llamadas a recuperar parte no menor del empleo.
Jorge Selaive
Economista Jefe Scotiabank y Académico FEN U. de Chile