- Las hermanas Nicole y Jocelyne Jadue junto con el fotógrafo Paolo Ávila nos sumergen en los sobrecogedores paisajes de la Patagonia.
“Hoy día cuesta creer que, con tanto avance, todavía existan lugares indómitos y vírgenes. Y en este sentido, la Patagonia chilena es uno de los secretos naturales mejor guardados del planeta. Sí, todavía existe un Chile indomable. Recorrer este paraíso natural también es adentrarse en un ambiente envuelto de historia y de aventuras, mientras caminamos por bosques centenarios y en compañía de diversos glaciares de magnitud. Se trata de un paraíso sublime, que se busca preservar y que hoy se abre al mundo, ”afirma Jocelyne Jadue al relatar la expedición que realizó en febrero de este año junto al fotógrafo Paolo Ávila y gracias al apoyo de Conaf y la Asociación de guías de la zona.
COMIENZA LA AVENTURA
“Partimos el viaje en una barcaza por el lago O’Higgins, momento en que iniciamos también nuestra desconexión del mundo tradicional, obligándonos a volver a lo básico, a la compañía, a las charlas y a beber un mate bien amargo. Poco a poco nos fuimos dirigiendo hacia los Campos de Hielo Sur, navegando entre glaciares que se iban desprendiendo, quedando a la deriva del lago y de bosques milenarios. Llegamos hasta el punto de partida del sendero, donde sentimos que volvimos al pasado, pues habían dos casas de colonos de más de 100 años de antigüedad que todavía guardan secretos de tiempos memorables, los que son contados con recelo por los descendientes y actuales guardianes de estos Campos de Hielo, comenta Jocelyne Jadue.
“Iniciamos un desafiante recorrido avanzando por un bosque de ñires, lengas y mañíos, mientras respirábamos aire puro y nos deleitábamos con las primeras montañas para luego sorprendernos con una vista panorámica de los Campos de Hielo Sur, la tercera masa de hielo continental del planeta. Las exigencias físicas, técnicas y mentales se hicieron notar desde el primer día, durante el cual también fuimos apreciando los cambios climáticos, así como los diversos tipos de terrenos”, continua.
“ El domo –prosigue- nuestro refugio, fue el punto donde pudimos convivir con quienes compartiríamos el resto de los días bajo un cielo estrellado, frente a un glaciar y montañas blancas sin igual. Para los días siguientes, nos dimos cuenta que el cambiante clima iba a dirigir nuestros planes pues corríamos el riesgo de que llegara una tormenta. Finalmente, tuvimos que resguardarnos en este refugio por unos días. Luego nos adentrarnos en el hielo continental que habíamos contemplado a lo lejos, y nuestra misión ahora era buscar un segundo domo, el de Piedras Rojas. El camino era alucinante y exigía diversas técnicas de tránsito, por roca, hielo etc., siendo necesario el uso de crampones. Durante el recorrido apreciamos glaciares de montaña que se mezclaban con los glaciares de tierra, y observamos ríos internos formados con el paso del tiempo producto de los deshielos. La montaña rojiza fue apareciendo como un lugar de ensueño en medio de tanta inmensidad blanca, era un lugar inesperado para nosotros y también era la señal que nos guiaría hasta el siguiente domo. Nuestra larga caminata estuvo acompañada por vientos fuertes y lluvias, pero este itinerante clima tenía algo más que darnos: el segundo domo nos estaba esperando con uno de los atardeceres más espectaculares y sorprendentes que hayamos visto”.
Jocelyne Jadue relata que el viaje de retorno fue desafiante. “Veíamos que la tormenta era inminente, así que considerando nuestras capacidades y posibilidades, y evitando todo riesgo, decidimos regresar del viaje a la mañana siguiente. Al volver pasamos por nuevas aventuras, esta vez, realizando progresiones en hielo con todos los resguardos posibles. Finalmente nos embarcamos a nuestro punto de retorno, el primer domo, ese que había recibido a un grupo de aventureros en soledad y que ahora ellos, despedían agradeciendo la experiencia, la belleza del lugar, el compañerismo encontrado y las aventuras vividas.
CÓMO LLEGAR A CAMPOS DE HIELO SUR
- Desde Tortel: navegando hacia los glaciares Jorge Montt y Bernardo.
- Desde Villa O’Higgins: navegando por el lago O’Higgins en dirección hacia los glaciares O’Higgins, Chico, Bravo, Mellizo Sur, Oriental y Quiroz.
FOTOGRAFÍAS DE PAOLO ÁVILA