Desalmados
«Este mundo fue y será una porquería ya lo sé…» versa aquel famoso tango argentino. Cuánta razón en tiempos de atrocidades, genocidio incluido, sobre Palestina. ¿Todo por el dobladito?, es decir, por ese dinero que corrompe el alma. La tragedia palestina cuenta con la hipocresía de las potencias occidentales que aceptan las tesis sionistas (bíblicas literalistas) de estar en guerra contra palestinos infrahumanos.
En efecto, los representantes de las pseudodemocracias o democracias meramente procedimentales se inclinan decididamente por cautelar sus intereses geopolíticos y geoestratégicos. En ese sentido, Israel es necesario para las potencias occidentales (Estados Unidos y países europeas), por ello lo proveen de armas, ya que alguien debe hacer el trabajo sucio en la región que le resulta convulsa desde los tiempos de las cruzadas.
La OTAN ha sido explícita en la necesidad de contar con un portaviones en Medio Oriente, dispuesto aniquilar las amenazas a los intereses políticos, financieros y comerciales de sus corporaciones, que se esconden detrás de banderas occidentales. La industria de la defensa mundial ensaya sus artefactos sobre los palestinos, quienes están siempre a la mano a bajo costo. Así estos -incluido niños, niñas, mujeres o adultos mayores- contribuyen al desarrollo de los drones, la IA de la defensa, bombas de alto poder de fuego, entre otros lucrativos sistemas de armas.
Por ello Israel tiene licencia para matar y las potencias occidentales a cambio deben protegerlo de toda acción en sede penal internacional. En este sentido, Occidente ha liquidado la noción de justicia que alguna vez inspiró a la república y posteriormente a las democracias modernas. Se ha quedo sin su alma y, por tanto, sin sentido político. Todo lo explica el business.
En ese acervo cultural se comprende cómo funcionan las organizaciones sionistas sobre los candidatos al Congreso de Estados Unidos. Todos condicionados tras su financiamiento para contribuir a la impunidad de Israel y salir en su defensa política y militar cuando sea necesario.
Peor juicio en la historia tendrán los testaferros de la ocupación que han traicionado a los palestinos. En efecto, la orfandad de ellos se expresa en una ANP que será reconocida como la organización que despreció a su pueblo a cambio de prebendas y privilegios. Ellos (la ANP) negocian en contra de los intereses de los palestinos, reprimen la resistencia y se han asociado con la potencia ocupante desde 1993, en los Acuerdos de Oslo, a pesar de que la voluntad de Israel ha quedado de manifiesto en sus actos de anexión sobre más y más territorio en Cisjordania.
Solo este año (2024) se han anexionado más de 24 mil hectáreas, mientras que desde hace décadas han creado en la Franja de Gaza una prisión donde se depositan a casi dos millones de presos que carecen de todos los derechos civiles y políticos, además de los económicos, sociales y culturales. Recordemos que allí habitan (80 por ciento) de quienes han sido desplazados desde otros lugares de Palestina.
Los gazatíes están presos por oponerse a la ocupación y a las vidas miserables que Israel les ha dispuesto. Occidente ni siquiera se sonroja por los frecuentes castigos colectivos que azota a sus habitantes tales como la operación Plomo Fundido (2009) que significó más 1.400 asesinados por el Ejército de Israel o la operación Marco Protector (2014), entre muchas otras que han quedado en la impunidad, violando flagrantemente la responsabilidad de la potencia ocupante y los derechos básicos (como el derecho a la vida) de los palestinos. Por ello, podemos afirmar que las democracias occidentales han perdido el pudor y sentido de ser.
Algún pseudointelectual puede aún no constatar la evidencia de que estamos frente a un genocidio contra los palestinos, cometido por el ejército de Israel; aunque las cifras de las Naciones Unidas indiquen que van más de 41 mil asesinados, la mitad niños y niñas. Ello no es novedoso, ya que la historia demuestra que siempre han tenido tribuna los «amigos de los imperios», aunque se opongan a los mínimos civilizatorios.
Recordemos que hubo personalidades que se opusieron al fin de la esclavitud, al avance de los derechos de las mujeres (como el acceso a estudios superiores o el derecho a voto), al reconocimiento de los derechos de los pueblos originarios (mercaderes de esclavos), es decir, siempre hay quienes acomodan sus ideas a las prebendas. Ello se explica porque desconocen la realidad y los acervos culturales que -con avances y retrocesos- han ido ensanchando el reconocimiento de los derechos y responsabilidades que emanan de la dignidad humana.
Los sucesos en Palestina nos manifiestan una nueva era de desalmados o carentes de los principios sustantivos que permitieron validar a la democracia como el régimen que mejor cautelaba los derechos de la persona humana. Vivimos tiempos en que la globalización financiera también consiguió transar el valor de las almas a los mejores postores.