COLUMNA DE OPINIÓN
La economía se encuentra en franca recuperación. No solo el buen precio del cobre, sino que un exitoso proceso de vacunación dejará a Chile con grados mayores de movilidad y oportunidades de mayor concreción de inversión pública y privada, permitiendo que la economía crezca no menos de 6% este 2021. Las bases de comparación jugarán un rol construyendo este guarismo, pero también esperamos cierta aceleración de la actividad, especialmente de aquellos sectores más afectadas por la pandemia.
El impulso externo, manifestado en la bonanza de la economía china junto a estímulos fiscales y monetarios importantes en el mundo desarrollado entregan a nuestro país una posición inmejorable para recuperar empleo. Localmente, las políticas económicas continuarán apoyando la recuperación, con relevante liquidez, crédito y soporte fiscal a las familias más afectadas.
Si bien existe incertidumbre política, también se observan elementos en esa escena que podrían reducir algo las preocupaciones del mundo privado en una hoja de ruta constitucional y electoral que no terminará este año. Como primer paso, la composición de la Asamblea Constituyente, en términos de afinidad política e ideológica serán cruciales para mantener el impulso que nos entrega el escenario económico. Ciertamente, la elección presidencial estará plagada de promesas, pero una de las lecciones de la pandemia es el enorme cuidado del empleo e inversión, así como la enorme fragilidad del ecosistema económico chileno. Reconocer lo anterior es indispensable para contener, en políticos responsables, promesas de objetivos alcanzables, pero con niveles de ingreso superiores.
¿Qué debemos cuidar para que el 2022 sea otro año de aceleración? Estamos discutiendo reformas relevantes para la ciudadanía que mal llevadas políticamente pueden terminar generando retracción productiva y nuevos brotes de incertidumbre. El buen precio del cobre es un gran catalizador de mayor inversión y externalidades positivas en todo el ecosistema que rodea a la minería, pero también debemos entender que las condiciones sociales, tributarias e institucionales son muy relevantes en inversiones de largo plazo. El 2022 será un año donde la composición de la inversión estará más equilibra entre pública y privada y, consecuentemente, más determinada por el escenario político-institucional y los incentivos que se entreguen (o retiren) al sector privado.
El 2022, gobiernos y empresas estarán bastante más preocupadas por la consolidación y sostenibilidad de sus niveles de deuda. En ese contexto, el apoyo de las políticas económicas será menor e incluso podría estar ausente, en tanto las empresas procurarán tener un comportamiento algo más cauteloso respecto a sus inversiones, focalizándolas en nuevas estrategias digitales. La mano de obra continuará demandándose, pero paulinamente más focalizada en nuevas habilidades lo que podría generar cierta ralentización en la recuperación del empleo.
Así, si bien es posible estar hoy día muy positivo respecto al 2021, también debemos procurar que los cambios políticos, institucionales, tributarios y regulatorios que comiencen a concretarse este año permitan que la senda de aceleración se mantenga el 2022, en un escenario donde los estímulos fiscales y monetarios estarán en retirada. Un cauteloso 2022 que podría transformarse en una gran oportunidad de consolidación del liderazgo de Chile en la región, pero que también puede llevar a confirmar las dificultades que hemos tenido para lograr consensuar una visión de país.
Jorge Selaive
Economista Jefe Scotiabank y Académico FEN U. de Chile