- El 5 de marzo, tuvo lugar la entrega de un regalo muy especial a la Embajadora de Palestina en Chile, Vera Baboun: un hermoso y elaborado vestido ceremonial palestino, bordado a mano, de casi 50 años de antigüedad. Este vestido viajó desde Alemania a nuestro país
El chileno Fayez Abujatum Palma, quien pertenece a la segunda generación de nazarenos ortodoxos ancestrales, atendió en 1976 como intérprete a la delegación española de niños en el Campamento Internacional Vacacional de Werbellin-See, cerca de Berlín, Alemania.
En estos Campamentos de Verano, niños de todo el mundo se reunieron anualmente desde principios de los años sesenta por invitación de la organización pionera de la antigua República Democrática Alemana y bajo el patrocinio del CIMEA (Comité Internacional de Organizaciones Infantiles y Juveniles de la Asociación Mundial de Juventudes Democráticas, fundado oficialmente en 1962 por representantes de organizaciones infantiles de 27 países de todo el mundo) para vivir juntos unas semanas de vacaciones inolvidables y felices.

«A través de los contactos entre los niños de los distintos países, también se produjeron muchos encuentros interesantes, emotivos y amistosos entre nosotros, los adultos; los recuerdos de todas estas personas siguen vivos hoy en día», dice Fayez. Durante el campamento de verano de 1976, conoció a Camila, una joven alemana que hacía de intérprete para los niños chilenos.
Unos dos años después, Camila volvió a encontrarse con uno de sus amigos palestinos del
Campamento de Verano en la Feria de Leipzig, un acontecimiento con más de 800 años de tradición y, en aquel momento, una de las ferias internacionales más grandes y reconocidas del mundo. En aquella época, la Asociación de Talleres Palestinos SAMED exponía en su stand productos fabricados en talleres de Beirut, algunos de ellos clandestinos, principalmente para las necesidades de los numerosos palestinos que se encontraban entonces en los campos de refugiados del Líbano: textiles, juguetes, conservas, artesanía, joyas de materiales naturales como el nácar o la madera, artículos de cuero, pero también muebles y alfombras. Uno de los objetos expuestos en el stand era el mencionado vestido de fiesta palestino con joyas de nácar a juego, que le regalaron a Camila al final de la feria y que conservó consigo durante décadas.

El stand de SAMED en la Feria Internacional de Leipzig, 1978
En 2018, Camila cumplió el sueño de su vida y viajó a Chile. Allí se reencontró con Fayez Abujatum después de 40 años; internet y facebook lo hicieron posible. Él le contó que en Chile hay una comunidad palestina muy grande y vibrante, muy activa y comprometida, tanto cultural como políticamente, que preserva tradiciones, cultura e historia y que tiene un lugar reconocido dentro de la sociedad chilena. Así lo han demostrado recientemente los diversos actos celebrados en el país sudamericano, en los que miles de personas han mostrado su solidaridad con el pueblo palestino. En uno de esos actos, Fayez conoció a la Embajadora de Palestina en Chile, Vera Baboun.

Las indagaciones de Camila en internet arrojaron que el sitio web de la Embajada Palestina cuenta incluso con una sección dedicada a un componente especial del patrimonio cultural inmaterial que se transmite y desarrolla de generación en generación dentro del pueblo palestino: el arte del bordado, muy diverso y especial en la región. Recordó el vestido y las joyas que habían estado bien guardadas en su armario durante 50 años y decidió que debían encontrar un nuevo hogar en una institución de la comunidad palestina en Chile, donde podrían servir como ejemplos vivos de tradiciones y bellas artesanías, siendo accesibles al mayor número de personas posible.Y así, con la ayuda de su amigo chileno Fayez, estos recuerdos tan valiosos para Camila ahora han llegado a las manos adecuadas.
«Quizá este vestido complete algún día su viaje alrededor del mundo, regrese a sus orígenes históricos y cuente su larga historia en un Estado independiente de Palestina», espera Fayez Abujatum.
Ivon Karla Abujatum
